¿Sabes que el dolor de espalda afecta a un 80% de la población? Quizás este dato te induzca a pensar que entonces, tener dolor de espalda es normal, pero no debería de ser así.
Muchas personas achacan su dolor de espalda a un problema con su columna. Y van a la consulta del médico a mirarse. Dado el avance de la tecnología diagnóstica, que ha creado máquinas tan impresionantes como la resonancia magnética, hoy por hoy, buscando las causas de ese dolor, se detectan cosas que antes habrían pasado inadvertidas y que “no tienen más importancia que un lunar”, como dice el prestigioso Dr Kovacs, director médico de la Unidad de la Espalda del Hospital Universitario Moncloa (Madrid) y de la Red Española de Investigadores en Dolencias de Espalda (REIDE).
Un 70% de las personas tenemos protrusiones o hernias. Y ¿sabes en qué porcentaje aumenta la posibilidad de una cirugía innecesaria una resonancia magnética? ¡Un 800%! ¿Qué es lo peor de esto? No sólo someter al cuerpo (y a tu mente, a tu familia y a tu vida) a un trauma inútil, sino que no soluciona el dolor. Básicamente porque has intervenido sobre algo que no provocaba tal dolor. ¿Una hernia no duele? En su inmensa mayoría no. Sorprende, ¿verdad?
Entonces, ¿por qué duele la espalda? Un 1% de las personas que perciben dolor es como consecuencia de un cáncer o de un aneurisma. Un 4%, (solo un 4%), porque hay una compresión en una terminación nerviosa de la espalda. ¿El resto? Simplemente porque nuestra musculatura o nuestros tejidos blandos no están funcionando bien. No hay nada grave detrás. Así lo explica Kovacs después de 30 años de estudio.
Hay muchos mitos en torno al dolor de espalda. Grandes especialistas, que no temen romper esquemas, nos ayudan a desmontarlos. Al igual que lo hace el analizar a muchos practicantes de yoga, a deportistas, a gente normal, observar las posturas de amigos, escuchar a clientes y leer, estudiar y experimentar lo aprendido para contrastarlo. Vamos a analizar algunas de las creencias sobre el dolor de espalda que tanto daño nos hacen.
Desmontando mitos sobre el dolor de espalda
1. Me duele la espalda, pero es que tengo una hernia
Las hernias no tienen por qué doler. A muchos nos diagnostican protrusiones o hernias. Escuchar ese diagnóstico asusta mucho. El cerebro y nuestra imaginación disparan un sistema de alerta que reporta miedo y sobreprotección a la zona afectada por el diagnóstico. Esto tiene consecuencias sobre la musculatura de esa zona: la contraemos casi de manera inconsciente para una salvaguarda que nuestra protrusión, nuestro disco (ese que nos han enseñado en una perfecta imagen) o nuestra vertebra no precisan. Hay muchas personas con hernias sin dolor.
2. Me han recomendado reposo para el dolor de espalda
Lo mejor que puedes hacer por tu dolor de espalda es moverte todo lo que el dolor te deje (ni un punto más, pero tampoco un punto menos) Las modas también afectan a la medicina. No hay más que hacer un repaso a todos esos consejos que nos han dado que ahora se han convertido en los contrarios. El sol es bueno, es malo, es bueno otra vez; a los bebés hay que ponerlos a dormir boca arriba, boca abajo, de lado y lo contrario; si te duele la espalda, reposo y calor, o frío.
Ahora se sabe que a las 48 horas de permanecer en reposo comienzas a perder masa muscular. Y sin masa muscular el cuerpo no se sostiene. Actualmente hay muchos médicos que consideran prioritario movilizar el cuerpo. Si te duele, no te pares, muévete. Y espera.
3. Tienes la espalda poco musculada, por eso te duele
Tener una fuerte musculatura no tiene porqué protegerte del dolor. Eso sólo lo hará una musculatura desarrollada equilibradamente. ¿No te has fijado que en muchos países del mundo la carga la llevan sobre la cabeza? ¿Son cuerpos con grandes abdominales? No, muchas veces son niños. Solo que tienen un cuerpo que no ha adquirido vicios posturales. Y, sobre todo, una mente que no está dando la tabarra constantemente descomponiendo la armonía de nuestra alineación natural.
4. A partir de los 50, si no te duele algo es que estás muerto
Con la edad las vértebras, al igual que todo nuestro sistema esquelético, se van desgastando. Durante mucho tiempo se pensó que ese desgaste provocaba dolor de espalda. Hoy se sabe que no, no es ésa la causa. Hay muchas personas octogenarias (conozco a varias, y probablemente tú también) que no tienen dolor de espalda. Pero todas ellas tienen una cosa en común, son personas que se mueven, que se mantienen activas. El Dr Goicoechea, director durante más de 30 años (hasta su jubilación) de la Sección de Neurología del Hospital de Santiago (Vitoria), en las formaciones que imparte, y de las que he sido partícipe, te explica cómo funciona el dolor. Y la diferencia entre daño y dolor. Él mismo padeció una lesión lumbar (cómo no, la L5S1, seguro que te suena) y le operaron. Te lo cuenta todo en uno de los artículos de su blog. Y te explica cómo, gracias a vencer el miedo, la aprensión y la tendencia al reposo, se olvidó del dolor de espalda previo a la operación… ¡y del posterior! ¿Cómo? Con movimiento. Y tiene más de 50. Y no tiene dolor. Como yo. Tuve un accidente con una lesión en la D12. Hospitalización durante 12 días, un mes inmovilizada en la cama boca arriba y tres meses de corsé ortopédico. De eso hace 15 años. Jamás he sentido ni una sola molestia. Ningún dolor. Y, hasta donde sé, no estoy muerta.
5. ¡Siéntate bien!
Pues… va a ser que tampoco esto funciona. El forzar una postura no garantiza que se vayan a aliviar molestias o prevenir dolencias. ¿Entonces? Ya te lo he dicho antes. Tener unos músculos relativamente fuertes, (pero todos, no unos más que otros, los de delante, los de detrás, los laterales...) es lo que va a hacer que te sientes bien. Sin necesidad de pensar en ello. Es decir, el camino es el contrario.
Muscula bien y te sentarás bien. Siéntate bien y, probablemente, forzarás músculos que no deberías.
Si tu cuerpo tiene el corsé natural que necesita, se sostiene solo sin exigencias, con una pelvis en perfecto equilibrio que permite descanso a la zona lumbar, que a su vez transmite un buen apoyo a la zona dorsal que le dirá a tu zona escapular y cervical que pueden estar tranquilas, que no se tensionen. Es decir, podrás permanecer las 8 horas de tu jornada laboral sentada sin demasiado esfuerzo. ¿Te imaginas? Es como si te convirtieras en tu propio sillón ergonómico. Ahora bien, dile a alguien que se ponga recto y observa: todo el cuerpo adquiere una posición de “formen filas” contra natura. Dile a alguien (o a ti mismo) “¡siéntate bien!” y la reacción será idéntica: un “formen filas sentados”. Con razón la gente dice que en esas posturas, para su cabeza las correctas, está incómoda. Y tienen razón, de manera forzada no son saludables. Así que… a muscular.
6. Lo mejor, un relajante muscular
Según el Dr. Kovacs, los relajantes musculares lo que hacen en estos casos es inducir al sueño. Ayudarán a aliviarte si el dolor te quita el sueño porque podrás dormir. Pero no te quitarán el dolor. Los analgésicos (tipo paracetamol) también se ha demostrado que en este tipo de dolencias sirven tanto como un placebo. Lo puso de manifiesto un estudio realizado con 1.600 personas en Australia y publicado por la revista The Lancet ¿Entonces? Esperar. 14 días. Y moverte hasta donde el dolor te deje. Te recomiendo encarecidamente que escuches como lo cuenta Kovacs en esta entrevista disponible en formato podcast.
7. Tantas horas delante del ordenador… no me extraña que me duela la espalda
Tu vida es tu vida. Y tu vida laboral es tu vida laboral. Está bien que te amoldes a ella y también está bien que ella se amolde a ti. ¿Qué te reporta? Dinero, prestigio, desarrollo intelectual, desarrollo personal, relaciones humanas… ¿Qué te roba? Ése es el quid. Equilibra. Al igual que necesitas una musculatura equilibrada para sostenerte, tu vida también precisa equilibrio. ¿Una jornada de 8 horas sentada (o de pie? Compénsala. Vas a precisar un cuerpo más preparado para la permanencia en esa postura. Es decir, dale a tus músculos fuerza y flexibilidad a tu columna. ¿No tienes tiempo? Cambia la palabra tiempo por vida. Y actúa en consecuencia, si quieres.
PRÓXIMO TALLER: 30 DE MAYO 2020
YOGA Y DOLOR DE ESPALDA
8. Trabajo todo el día de pie. Imagina.
¿Has observado tu postura en un espejo? Colócate cómodamente de pie. Mírate de lado (o mejor, hazte una foto). Si tuvieses un buen alineamiento tus orejas deberían estar sobre los hombros (no más adelantadas ni retrasadas, ¡y verticalmente rectas!), los hombros alineados con las caderas, que estarían en línea con tus rodillas y éstas con tus tobillos. Tus manos, además, deberían caer en línea con tus piernas. Ni descolgadas hacia delante ni hacia detrás. Mírate ahora de frente. Observa lo primero, tus pies. ¿Están abiertos hacia los lados? ¿Tus rodillas hacia dónde apuntan? Y tu abdomen, ¿entra o sale respecto del pecho? ¿Dirías que tu barbilla está hacia arriba o hacia tu esternón? Y si miras al frente, tus ojos, ¿están centrados o los sientes obligados a mirar hacia arriba o un poco hacia abajo? Todo lo que percibas relativamente asimétrico y desalineado es trabajo extra para un grupo muscular que deberá ser compensado por otro. Todo eso se trabaja en una buena clase de yoga donde se cuide la alineación. También en el método Alexander, una técnica de trabajo corporal muy implantada entre actores y cantantes, (te dejo un enlace al manual por si quieres echarle un vistazo), estudiamos en profundidad cómo una correcta alineación te hace recuperar un uso inteligente y natural de la musculatura. Un cuerpo bien alineado hace que cada músculo ejerza la función para la que está diseñado. Todo es más fácil, menos costoso. Y de hecho, andar de repente se convierte en una especie de “flotar”. Es muy divertido hacer la prueba. Solo tienes que pensar en crecer hacia arriba, desde dentro. Olvida la estética y siéntelo, desde la coronilla, despacio. Verás.
9. Acabarás operándote.
O no. Como he comenzado diciéndote, la cirugía muchas veces se utiliza como solución a un problema que no existe. Hay un sobrediagnóstico que muchas veces deriva en una consecuente intervención que no va a servir de mucho. ¿Hay dolor? Sí. No se niega. ¿Hay daño? Eso ya es otro cantar. Utiliza el mejor método antioperación: el preventivo. Estira, muscula de una manera natural, muévete, elimina la pereza de tu agenda, camina, baila, yérguete, piensa en crecer. Ólvídate del quirófano. Y acuérdate más de ti.
10. Lo mejor es el yoga/pilates/nadar/
El yoga es maravilloso. Va a estirar todo aquello que precise ser estirado, vas a flexibilizar tu cuerpo, a reportar hidratación a tus discos intervertebrales, a nutrir y dar movilidad a tu fascia. Una delicia para la espalda. ¿Es lo mejor? El pilates te va a ayudar a tener un buen desarrollo muscular, con un abdomen y espalda bien conformados que van a dar protección y apoyo a tu cuerpo y a tu postura. ¿Es lo mejor? La natación es un deporte en el que no hay apenas resistencia, que permite un trabajo muscular suave y equilibrado en todo el cuerpo. ¿Es lo mejor?
Desmontando mitos te diré que lo mejor es que hagas lo que no te de pereza, lo que más te guste, lo que te apetezca hacer que conlleve movimiento. El movimiento es fuente de vida. Y es fuente de salud. Y lo que queremos es una buena vida saludable, ¿no? Pues movámonos hacia ella.
“La espalda es el eje del cuerpo y el cuerpo es el soporte de la vida. Nada de los que nos hace vivir es extraño a la espalda, nada de lo que afecta a la espalda es extraño a nuestra vida más íntima” Dr. Philippe Maslo
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