¿Eres de las que sufre dolores de cabeza recurrentes? Yo los padecía desde los… ¿14?, ¿16? Por ahí le anda. Al principio los combatía con unas preciosas píldoras de un fucsia tentador. Analgilasas. Una era suficiente. La cosa continu
ó. Y la dosis tuvo que aumentar a dos. Siguieron visitándome con frecuencia. Cada 15 días aproximadamente. Me recuerdo con un ojo cerrado. Me recuerdo con una mano en la sien.
Conforme fueron pasando los años, la medicación fue cambiando. Las Analgilasas no me funcionaban. Tampoco el ibuprofeno, Nolotil, Enantium, Antalgin… Descubrí lo que para mí fue un nuevo amor: Hemicraneal. Me las recetó la médico de cabecera. Una al principio. Luego tuvieron que ser dos. Más adelante, tres: dos al inicio de la crisis, otra a la media hora. 4. 5. Hasta ahí puedo leer. La cosa ya me no iba tan bien.
Las crisis comenzaron a ser demasiado frecuentes. Semanalmente mi cabeza me robaba dos días de vida. Me dejaba tumbada, con vómitos, sin poder, en ocasiones, darle la vuelta a la cabeza en la almohada.
Pruebas. Tacs, radiografías, ecografías, analíticas. Me miraron el cerebro, la vista, el oído, la columna, la vesícula, las hormonas. Vuelta a la medicación. Una me dejaba KO. Y nada. Otra me dormía las extremidades. Y nada. Otra ralentizaba mi habla hasta la baba. Y nada.
Lo probé todo. Y nada. El Hemicraneal ya no era mi amigo. Era mi droga. Incapaz de salir de viaje, de ir a una reunión, a una cena, sin llevarlo encima… bajo el riesgo de quedarme cruzada en la cama viviendo una caída a los abismos, donde a la jaqueca, se sumaba la ansiedad que provocaba el terrible dolor.
¿Y?
Ya pasó. ¿Cómo? Poniéndole nombre. Cefaleas tensionales. El 95% de los dolores de cabeza tienen como origen la tensión. Comienza en la parte alta de la espalda. Pero no nos damos cuenta. A algunas personas les irradia hacia el brazo. A otras nos irradia hacia la cabeza. ¿He dicho que el origen es la tensión? Donde he dicho tensión pon ahora la palabra estrés. ¿He dicho que comienza en la parte alta de la espalda? Sube un poco más. Otro poco más. Otro poco. Ahí. Justo ahí. En tu cabeza. Nuestros dolores de cabeza los origina nuestra forma de entender el mundo, de asumir la vida.
Fue un eminente neurólogo quien me dio la clave. Me estudió, por fin, con detenimiento. Me preguntó, por fin, y habló conmigo, por fin, durante casi una hora. Y me dijo: ¿Sabes cómo están las gallinas en un gallinero, con el cuello hacia delante? Pues así estás tú. En alerta constante. O tomas medicación, o cambias de vida.
Y en éstas estamos. Cambié de vida. Pero si no modificas el cómo tomártela, tampoco eso funciona.
¿Qué funcionó?
Una consonante. Cambié la c por la t. Cambié la medicación por la meditación. Y funcionó. ¿Magia? Para nada. Meditando consigo relajar la musculatura mucho. Muchísimo más que los mil masajes que me habré dado. Meditando consigo relajar la mente. Meditando consigo ralentizar mi respiración y, gracias a ella, calmar mi sistema nervioso. Meditando consigo tomar distancia de la vorágine. Meditando consigo ser consciente de que hay un espacio accesible de paz interior. Y ahora sé que la llave la tengo yo.
Combate la causa, no el síntoma.
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