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No cambies tu ritmo. Cambia tu mirada. Ella cambiara tu ritmo.

El confinamiento nos ha enseñado muchas cosas. La pandemia nos ha enseñado muchas otras. Hemos aprendido a comprender de otra manera, a la fuerza y desde la propia experiencia, cuáles son nuestras prioridades. El parar tiene eso. Suele llevar consigo un aprendizaje.


De repente el valor del tiempo ha cambiado. De repente, el valor del dinero ha cambiado. De repente el valor de la vida ha cambiado.





En mi caso he descubierto a regalarme sin remordimiento pequeños placeres que se convierten en grandes disfrutes que reportan una profundidad diferente a la hora de vivir la vida. La transforman en algo más pausado, en un tiempo más lento que otorga la capacidad de ver, a través de esa mirada más lenta, la belleza sutil, ésa que está escondida; la naturaleza mínima, ésa que sólo se deja ver cuando la buscas; la emoción en la mirada y en el gesto de los que te rodean, eso que sólo captas si estás abierto a ello.




Así, gracias al trabajo de Taller Silvestre, y de las enseñanzas de mi querida Alina, mis paseos por la naturaleza tienen otra sensibilidad, mis ojos son más agudos a la viveza de las plantas, de las piedras, de las luces, de los colores, de las texturas. Entran y componen en mi cerebro paisajes distintos, mucho más ricos. Y despiertan una creatividad sin límite.


Así, gracias a los talleres de Aromatocrazy, he vuelto a sentir el placer de la delicadeza, del detalle, de la excelencia. De regalarte los sentidos con la mágica mezcla de evocadores aromas.


Así, gracias a Bea Satrústegui, a la lectura de su libro Amor platónico y al disfrute de su taller PRESENCIAL del Arte de montar mesas, he añadido un plus a mi innato gusto de agasajar. Y de nuevo sale a la superficie ese instinto creativo.


Así gracias al libro de mi amigo Ismael Grasa, La hazaña secreta, he encontrado las palabras que definen a la perfección mi afición por poner siempre un plato bajo una taza (“la platitos”, me llamaban mis amigas cuando nos íbamos juntas a Cambrils o Salou o Sallent de fin de semana)


Transcribo aquí un fragmento del podcast de Vanity Fair, Hotel Jorge Juan, que resume un la filosofía de mis dos anteriores citados. Es una entrevista de Javier Aznar, autor del podcast a Bea. Te recomiendo que la escuches (éste es el enlace en Spotify, es el capítulo 421). En ella se menciona también a Ismael.


Javier Aznar dice:


Uno de mis libros más queridos de los últimos años es un librito de apenas ochenta páginas de Ismael Grasa, escritos y profesor de Filosofía en Zaragoza que habla de la grandeza de lo cotidiano. Se llama La hazaña secreta y no puedo más que recomendarlo, porque está lleno de esos pequeños rituales que dan sentido a los instantes; y dice pequeñas grandes cosas, como que hay que ofrecer al invitado un vaso o una taza con infusión, o un café, pero siempre con un plato debajo, porque aparte de para dejar la cucharilla, dice que sobre esos platos de fondo se sostiene el mundo y su cortesía. Y también dice que uno no debe tener miedo a parecer superficial o pasado de moda por hacer caso a ciertas normas, porque la superficie es un modo de acceso a lo profundo. Y también dice que uno debe saber disfrutar eligiendo unas gafas de sol o llevando un reloj heredado, que es una frivolidad tratar la moda como una frivolidad y que cada uno es libre de interpretar la elegancia como quiera, pero que no es aceptable la dejadez. Cada vez que uno se viste o cada vez que alguien invita a un amigo a casa, debe procurar ofrecer algo a los demás: una prenda escogida es una clase de delicadeza. Ese exceso intencionado, cualquier detalle gratuito, manifiesta una disposición a la alegría de vivir.


A la alegría de vivir… ¿Hay algo más bonito?


Con todo ello, gracias a todo ello, he conseguido que, conscientemente, eso sí, mi vida sea más hermosa. Más lenta y más hermosa.


No cambies tu ritmo. Cambia tu mirada. Ella cambiara tu ritmo.


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