El perfeccionismo, al contrario de lo que podemos llegar a pensar, no siempre es una virtud. En ocasiones puede convertirse en algo francamente incordioso e, incluso, puede llegar a enfermar a quien lo padece.
El otro día me encontré con una persona que me comentó que estaba deseando que se parase el mundo por un tiempo, que no llegaba a todo. La pregunta que le hice fue, “¿cuánto le exiges a cada cosa que haces?”
Si buscas sacar matrícula de honor en cada uno de tus empeños, tareas, quehaceres o trabajos, te vas a perder muchas cosas y mucha vida.
Hay un cuadro que se explica dentro de la gestión por proyectos. Es de fácil lectura. En un eje se mide el grado de perfección que quieres conseguir en cada cosa que haces valorándolo con una escala del 0 al 10. En el otro, el tiempo invertido en realizar lo que quiera que sea que lleves a cabo.
Llegar hasta un 8, cuesta tiempo, pero ves el progreso. Avanzar de un 8 a un 9,5 requiere una cantidad de tiempo muy muy superior. ¿Y cuánto nos va a llevar conseguir la perfección? Todo. Lo perfecto, no existe. Ahora ¿a qué quieres dedicar tu vida?
6 cosas que te regala el perfeccionismo
FRUSTRACIÓN
La frustración suele ser el resultado de poner un empeño excesivo en conseguir una perfección que, probablemente, solo esté en nuestra cabeza.
AGOTAMIENTO
Y a la frustración, probablemente haya que sumar el cansancio que conlleva el realizar un esfuerzo “excesivo” para una carga de trabajo que nunca va a terminar ya que, como has visto en el cuadro, intentar alcanzar el 10, cuesta infinito
AUTOCRÍTICA
Si te consideras perfeccionista o alguna vez te han calificado así, es interesante que observes qué te dice la cabeza durante el trabajo o al juzgar los resultados. Cuando tus estándares de calidad son demasiado altos, el no alcanzarlos va a hacer que despiertes a la crítica que tienes dentro y le des energías renovadas. Y la autocrítica, no anima precisamente…
SOBRECARGA
Si para ti lo que haces nunca está suficientemente bien (aquí deberías de leer “perfecto”) nunca vas a dejar de trabajar en ello. Si no dejas de trabajar, te agotas. Además, a una tarea se suele sumar otra, a un proyecto, otro. ¿Ves la montaña que te estás montando?
INCAPACIDAD DE DELEGAR
Ya hemos comentado que la perfección sólo existe en tu cabeza. Por tanto, es difícil que creas que alguien, además de ti, puede alcanzarla. Si no sabes delegar, volvemos a la carga excesiva de trabajo y al agotamiento. La pescadilla que se muerde la cola.
ESTRÉS
El cerebro es algo idiota. No entiende la ironía, no es capaz de diferenciar realidad e imaginación (una cuerda en la penumbra te puede asustar tanto como una serpiente si tu cabeza cree que es una serpiente), no es sutil. Cuando vives como un riesgo al fracaso de no conseguir la perfección tu trabajo, tu cerebro va a entender que estás en peligro. Y va a reaccionar en consecuencia. Y, como no ha evolucionado tan rápido como las circunstancias que hoy nos rodean, para él el peligro es un oso acechante que te va a morder y va a reaccionar en consecuencia arrojando cortisol, la hormona del estrés, en el torrente sanguíneo.
¿Y QUÉ HAGO?
Sé un poco más tolerante contigo misma, trátate mejor, quiérete un poco más y de manera incondicional, aprende a reírte de ti misma… y considera el 8 como el nuevo 10.
UN TEST PARA CONOCER CÓMO DE PERFECCIONISTA ERES
PREGUNTAS:
Responde estas preguntas con un sí o un no.
¿Aceptas tus defectos?
¿Dejas de hacer cosas por si no te salen bien?
¿Te recuerdas con frecuencia lo que te ha salido mal?
¿Consideras un 8 una nota normal?
¿Sueles detectar fácilmente los defectos de las cosas o las personas?
¿Te sorprende escuchar halagos sobre un trabajo tuyo que consideras normal o mejorable?
¿Tienes la casa siempre en estado de revista?
Cuando compras cosas, ¿comparas precios y características?
¿Escribes críticas negativas?
¿Pones quejas?
¿Eres capaz de salir de casa dejándola extendida?
¿Revisas tu trabajo más de una vez?
¿Te quedas más tiempo en el trabajo o dedicas muchas horas a trabajar?
¿Crees que en un trabajo siempre queda algo por hacer?
¿Te entristece que las cosas no te salgan como quieres?
RESULTADOS:
Cuenta los síes
ZONA 1: VERDE 0 a 4
Bueno, un poco más de exigencia no vendría mal. Ser en exceso condescendiente con uno mismo lleva a la pereza y a la desidia. Y eso también es perderse la vida. Ánimo, recuérdate quién puedes llegar a ser si te lo propones y pon manos a la obra.
ZONA 2: AMARILLO 5 a 9
Es en el término medio donde encontramos el equilibrio. Si ésta es tu puntuación, estás de enhorabuena, la justa medida entre esfuerzo y resultado. Alegría, aunque seguro que, siendo así, ya la tienes.
ZONA 3: ROJO 10 a 15
Peligro. Eres una perfeccionista de manual. Si has leído el texto, ya sabes lo que te espera: estrés, agobio, autocrítica, cansancio y frustración. Hazlo todo un poquito peor. Vivirás mejor. Y grita conmigo: ¡Viva el 8!
Si has sacado una nota muy alta y no sabes cómo cambiar, un proceso de coaching puede ayudarte a conseguirlo. Si estás interesada, consúltame. Un gran cambio en solo 5 sesiones.
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