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Ana Latorre

El cuento del empresario y el pescador

Leételo. ¿Para qué? No te quedarás igual.



Este precioso y sabio cuento es una bonita bofetada. Zás, en toda la conciencia.


Ojalá te guste tanto como a mí. Ojalá produzca al menos un mínimo cambio en tu dirección. Y endereces el rumbo, si se te había despistado, hacia tu felicidad.

 

Una mañana, en un puerto de una pequeña aldea de Japón, iba paseando un empresario con pintas de exitoso, de rico. Se encontró con un pescador que volvía de la faena en una barca pequeña. Traía un par de cubos bastante llenos de peces.


– Caray, dijo el empresario. ¿Cuánto tiempo le ha llevado pescar todo esto?


- Unas 3 horas, dijo el pescador.


- ¿Sólo 3 horas? ¿Y que hace el resto del día?


El pescador dijo:

- Me levanto temprano. Pesco esas 3 horas más o menos, hasta que tengo suficiente para alimentar a mi familia. Vuelvo a casa. Juego con mis hijos. Comemos todos juntos. Duermo la siesta con mi mujer y por la tarde quedo con los amigos a tomar un sake, tocar el koto y cantar. Vuelvo a casa para preparar la cena, acuesto a los niños y tras un rato de lectura y de charla con mi esposa, me acuesto yo.


– ¿En solo 3 horas ha pescado todo eso? ¡Si le dedicara 8 pescaría mucho más!


– ¿Para qué?


– Para ganar más dinero y conseguir una barca más grande.


– ¿Para qué?


– Para pescar aún más, poder contratar a más pescadores y montar una empresa.


– ¿Para qué?


– Para incrementar los beneficios, reinvertirlos, crecer, montar flota y trasladarse a un enclave grande con puerto internacional. Y comenzar a exportar.


– ¿Para qué?


– Tendría acceso a lujo, coches,... Dinero y éxito.


- ¿Para qué?


- Para hacer lo que le viniese en gana cuando se jubilase. Con eso podría volver a su pueblo, salir a pescar, jugar con sus hijos, comer todos juntos, dormir la siesta con su mujer, quedar con los amigos a tomar un sake, tocar koto y cantar. Preparar la cena y tras un rato de lectura y de charla con su esposa, acostarse.

 

¿Tienes claro hacia dónde va tu vida? ¿La diriges o te la dirigen? ¿Has pensado alguna vez, con mente limpia, qué te hace feliz? ¿Recuerdas qué te hacía feliz cuando eras más joven?


Lo dicho. Zás.

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