Si eres de las mías, seguro que recuerdas esa extraña serie del pollito Calimero. El pequeño pollo, dibujo de factoría italiana, nació en los años 60 para una campaña publicitaria de un detergente. Era el único negro de los dieciséis que tuvo una gallina paduana. Por el color de su plumaje, es repudiado, abandonado, maltratado. Vale que tenía buen corazón, pero él mismo lo decía: "mi corazón sufre". Era triste, solitario, deprimente. O a mí me lo parecía. En fin, carne de coaching, Otro gallo le habría cantado.
Calimero, ¡deja de quejarte, por favor!
El pollo en cuestión repetía la frase de "qué he hecho yo para merecer esto" con asiduidad. Pues, querido Calimero. Ya te lo digo yo sin necesidad de que me contrates como coach: TODO.
Seguro que han llegado a tus oídos noticias de los grandes avances que la neurociencia está haciendo. Gracias a los estudios sobre las reacciones emocionales en nuestro organismo, basados en evidencias científicas, el camino hacia la felicidad se va allanando. Ya se ha comprobado cómo los pensamientos negativos inciden en nuestra secreción hormonal. Ya se ha comprobado, mediante pruebas médicas, cómo la meditación llega a modificar nuestro ritmo cardíaco. Ya se ha comprobado cómo el optimismo incide en nuestras redes neuronales.
Si sabemos entonces que es factible acercarse a la tan ansiada tierra prometida de la felicidad, si sabemos que Calimero puede pasar del negro al amarillo gracias a un buen baño... ¿a qué esperamos?
8 maneras de matar a Calimero
MEDITA. 5 minutos al día. Todos los días. Notarás los beneficios desde el primero.
SONRÍE. Tu cerebro piensa que estás contento. Y segrega "hormonitas de contentar".
DESPACITO. Si te has acelerado, haz algo, lo que sea, despacito. Hasta que mente y cuerpo vuelvan a bailar juntos
VIVE EL PRESENTE. Para. Escanea con todos tus sentidos, y sé consciente de dónde estás, cómo estás y en qué momento exacto estás.
YÉRGUETE. Tu postura dice mucho de tu ánimo. Tu estado de ánimo afecta a tu postura. Y... tachán: Tu postura afecta a tu estado de ánimo.
MUEVE EL ESQUELETO. Toma consciencia de tu cuerpo. Haz yoga, corre, baila, anda, lo que quieras. Pero muévete.
CUIDA LO QUE DICES. Nuestras palabras son como pastillas. Las hay tóxicas y las hay que curan. Elige bien.
PIENSA BIEN. Presta atención a tus pensamientos. Si lo que estás pensando te sienta mal... patadón al grito de "pensar esto no me ayuda". Busca cosas diferentes en las que pensar.
Nos están diciendo cómo. Ahora eres tú quien tienes que decir cuándo. Y si no se te ocurre, ya te ayudo yo.
Disfruta de la vida, pero ya.