¿Tu forma de pensar es de blanco o negro? Prueba el color y verás qué cambio.
Cuando se piensa en blanco o negro, se suele creer que se está posesión de la verdad, en un posicionamiento de mayor sinceridad, en una actitud de mayor justicia que las personas que se mueven en “la escala de grises”.
Esto está bien. Esto está mal. Esto es correcto. Esto es malo. Esto bueno. Esto es así. Así no. Siempre. Nunca. Todo. Nada. Nadie. Todos. Las personas cuyo pensamiento oscila entre el blanco y el negro, defienden sus posturas, sus ideas, sus razones de manera inamovible, con una gran rigidez. Van de un extremo a otro, como si de un péndulo se tratara, pero con la bola siempre llegando hasta el límite. Lo veo en muchos procesos de coaching.
Las consecuencias de vivir yendo del blanco al negro, en los extremos más extremos, pasan factura.
Psicológicamente, vamos impidiendo que nuestro cerebro abra posibilidades, lo que repercute en la amplitud de nuestro mundo, de nuestro imaginario. Cada vez reducimos más nuestro universo generando un sinfín de frustraciones, de desengaños, de desilusiones.
Físicamente, esa forma de pensar conlleva mucha tensión que se traduce en contracturas musculares, ansiedad, bruxismo, estrés, dolores de cabeza, dolores de estómago, migrañas.
Y por si fuera poco, esto no queda aquí. Porque el pensar en blanco o negro tiene onda expansiva. Nuestro estado psíquico y físico se irradia en nuestro entorno más próximo, con los consecuentes enfados, mal humor, tensión en el ambiente y en las relaciones.
Bienvenida a un mundo de luz y color
Te voy a contar un secreto. Entre el blanco y el negro, no está la escala de grises. Entre el blanco y el negro, está el arcoíris.
Igual que te he dicho que pensar en blanco o negro cierra la mente y cercena la creatividad, al comenzar a trabajar en la zona central del recorrido de un péndulo, descubrirás que tu mente descubre maneras diferentes de pensar, y en consecuencia, de actuar. Observarás hay un montón de opciones que puedes elegir. Las opciones son oportunidades. Y tener más opciones relaja tu mente (ya no sólo una cosa es lo correcto) y tu cuerpo (una mente relajada conlleva un cuerpo más sano).
Cuatro acciones para cambiar tu pensamiento
1. Ve suavizando tu lenguaje. Observa las palabras extremas, las palabras “blancas o negras” como todo, nada, siempre, nunca, nadie, todos, nadie y cámbialas por otras.
2. Espera un poco antes de emitir un juicio. Plantéate alguna otra opción diferente de la que consideras como válida con la frase “¿Y si además…?”
3. Cada día elige una cosa, una sola, de la que pasar. ¿La taza de café en el fregadero? ¿La camisa de ayer sin recoger? ¿El informe sin terminar? Una sola cosa al día es suficiente. Y empieza a descubrir que la vida continúa.
4. Corta las discusiones en las que te veas inmersa con un… “no me lo habría planteado así” y deja que el tema se diluya sin entrar a defender tu opción.
Con estas cuatro acciones irás entrenándote en comenzar a vivir en color. Y verás cómo te encuentras mejor. Tú, prueba. Y disfruta de la vida, pero YA.