En SAMA no preguntamos nunca la edad. No nos importa nada. No creemos en ella. Tenemos comprobado que es una falacia. ¿Cuántos años tengo? La apariencia física engaña. Y la forma en la que se encuentra nuestro cuerpo. Y nuestra flexibilidad. Y nuestra fuerza. TODO depende de agentes diferentes a los años que tenemos. Nos sorprende que el cabello de Lama Jampa Monlam, el monje tibetano que vivió en silencio meditativo durante treinta años, pasase del blanco al negro: Yo le cortaba el pelo a un lama anciano que siempre bromeaba: “Tienes el pelo completamente blanco, je je, pareces tú más anciano que yo, algo haces mal”. Me esforzaba. Comprendí que para ser feliz tenía que soltar, estaba aferrado a mi sufrimiento. La felicidad es salud. Fue así como mi pelo se volvió negro, y entonces comprendí.
Pues sí. Aprender a vivir feliz es fuente de juventud, de salud. Conectar con uno mismo, con nuestro interior, con nuestro cuerpo, aprender a observar los pensamientos sin dejarnos enganchar o engañar por ellos, fomentar el pensamiento positivo, aprender a relajarnos, mantener un espíritu hambriento de nuevas experiencias, no olvidar nuestra capacidad de asombro. Seguir siempre siendo un poco niños. Divertirnos. Reírnos mucho. Sí, de nosotros mismos también. Ése es el elixir de vida, de bienestar, de salud y de eso tan deseado, de la eterna juventud.